Nitrógeno, un aliado desde la atmósfera
El cultivo de soja presenta altos requerimientos de N (70-80 kg N t-1 de grano), sin embargo, una gran parte
de los mismos son cubiertos por la fijación biológica del nitrógeno (FBN). A modo de ejemplo, para una soja
de 3000 kg/ha el aporte de N por FBN va desde 90 a 180 kg N ha-1, lo que representa el 37 al 72% del N
asimilado por el cultivo. En la región pampeana, varios trabajos han determinado aportes promedio de N
por FBN del 60% de las necesidades totales de N del cultivo (rangos de 25 a 90%), el cual va depender de la
disponibilidad de N del suelo y de las características climáticas de la estación de crecimiento.
Es válido mencionar que la FBN está estrechamente relacionada con el crecimiento del cultivo, debido a que la
fotosíntesis provee de los asimilados para sostener la fijación y, por lo tanto, cualquier factor que afecte el
crecimiento del cultivo va a afectar la FBN y viceversa. A pesar del extraordinario aporte de N por FBN, los
balances de N son negativos debido a la alta extracción de N en el grano de soja. En este contexto, lo que se
busca son sistemas de FBN más eficientes y efectivos para lo cual una correcta inoculación sumado a una
nutrición balanceada resulta de suma importancia para optimizar el crecimiento de la soja y, por ende, que
la FBN se exprese a su máxima intensidad.
Trabajos recientes determinaron que la inoculación aún en lotes
con historia de soja produce en promedio un 8% de respuesta en rendimiento (+228 kg/ha) en la región
pampeana Argentina (Fig. 2). En base a lo mencionado, surge que la inoculación de la semilla de soja es una
práctica indispensable para lograr una adecuada provisión de N para el cultivo.
Por último, la fertilización con N en el cultivo de soja no resultaría ser una práctica de manejo viable desde
el punto de vista económico ni ambiental, por las potenciales pérdidas de N del sistema. Además, no es
recomendable la aplicación de fertilizantes nitrogenados en soja debido a que afecta la FBN; respuestas a la
fertilización con N solo se esperan en lotes en donde hay fallas en la nodulación.
Figura 2. Rendimientos medios de soja durante 18 campañas según tratamientos de inoculación en regiones
productivas de Argentina. Estudio de 1443 casos. Fuente: A. Perticari y col. (2019).
El fósforo, la base para los altos rendimientos y la FBN
La recomendación de fertilización fosfatada se basa en el diagnóstico de fertilidad a partir del análisis de
suelo del P extractable (P Bray) a 0-20 cm. Para soja es ideal ubicarse por arriba del rango crítico de P Bray
de 8-11 ppm, el cual varía según la textura de los suelos (Fig. 3). A modo de ejemplo, en la Fig. 4 se observa
que por debajo de las 10 ppm de P Bray las eficiencias duplican la relación insumo:producto indicando la alta
rentabilidad de la fertilización en estas condiciones. Además, aún con niveles de P Bray entre 10 y 15 ppm,
las respuestas en rendimiento pueden pagar el costo de la aplicación. Esto remarca la importancia de la
fertilización fosfatado en ambientes con niveles medios de P.
La recomendación a partir del análisis puede orientarse a satisfacer las necesidades del cultivo, también
llamada Suficiencia, o a mejorar/mantener los niveles de P Bray del suelo, Construcción y Mantenimiento. La
Tabla 1 muestra recomendaciones generales sugeridas para distintos niveles de P Bray del suelo y según el
rendimiento objetivo:
» Las dosis de Suficiencia sugeridas dependen del nivel de P Bray y consideran solo el cultivo de soja siguiente.
» Las dosis de Construcción y/o Mantenimiento buscan elevar niveles bajos a 20 ppm y mantener
niveles altos de P Bray (entre 20 y 30 ppm). En este caso se estima que para subir 1 ppm de P Bray se
requiere aplicar 3 kg de P por arriba de la remoción de grano de los cultivos, pero este valor varía
entre 2.5 y 4 kg P por ppm P Bray. Para reponer el P removido en granos se estima una concentración
de 4.5 kg P por tonelada de grano (Tabla 1), y este valor también varía entre 3.5 y 5.5 kg P/t grano.
Las recomendaciones sugeridas en la Tabla 1, además de depender el nivel de P Bray y rendimiento, variarán
de acuerdo a la relación de precios fertilizante/grano, el capital disponible y la percepción frente al riesgo.
Figura 3. Rendimiento relativo de soja en función del nivel de PBray-1 (0-20 cm) a la siembra. Los valores de
los recuadros indican el nivel crítico de PBray-1 para obtener 90% del rendimiento relativo y su intervalo de
confianza al 95% según textura de los suelos (Fina: Argiudoles Vérticos, Media: Argiudoles Típicos y Gruesa:
Hapludoles). n= 592 ensayos en región pampeana entre 1972 y 2017. Fuente: Correndo y col. (2018).
Figura 4. Eficiencia de uso de P para diferentes categorías de P Bray en suelo. La línea horizontal verde
indica la relación insumo:producto histórica para soja de 8-10 kg grano para pagar 1 kg de P. Datos de 110
ensayos realizados por distintos autores en la región pampeana argentina.
Tabla 1. Recomendaciones sugeridas de fertilización fosfatada para soja según niveles de P extractable
(ppm P Bray, 0-20 cm) y rendimiento objetivo (t/ha).
A modo de ejemplo, supongamos un lote con 9 ppm P Bray y un rendimiento objetivo de 4000 kg/ha:
» Dosis de Suficiencia sugerida sería de 15 kg P/ha.
» Dosis de Construcción y/o Mantenimiento:
Dosis P = ((20 - 9) * 3) + (4 t/ha * 4.5 kg P/t))
Dosis P = (33 kg P/ha) + (18 kg P/ha)
Dosis P = 51 kg P/ha
En el caso de Construcción y/o Mantenimiento, lo recomendado es aportar los kg de P de construcción a lo
largo de 3-6 años de manera de reducir las cantidades aplicadas por cultivo. Esto reduce el costo financiero
y la posibilidad de que se produzca un consumo excesivo de P (consumo de lujo). En el ejemplo anterior, los
33 kg P de reconstrucción se podrían aplicar en dosis sucesivas de 11 kg P/ha en tres años.
Respecto a la forma de aplicación de P, existen varios trabajos que han demostrado, para suelos con bajo
nivel de P Bray y/o para dosis bajas de fertilización, una mayor eficiencia de la aplicación en la línea respecto
al voleo. Las diferencias entre sistemas de aplicación es menor cuando mayor es el nivel de P Bray del suelo
o la dosis de P aplicada. Las aplicaciones al voleo anticipadas alcanzan eficiencias similares a la aplicación en
línea con P Bray de 10 ppm o mayor y con dosis de 20 kg/ha de P o mayores.
Son especialmente útiles en planteos de Construcción y/o Mantenimiento que generalmente utilizan dosis de fertilización altas. Respecto
a la aplicación en la línea, es recomendable evitar la colocación del fertilizante junto a la semilla debido al
efecto fitotóxico del mismo sobre la soja y también sobre las bacterias fijadoras del N.
Los efectos del fertilizante van a depender de la textura, el contenido de materia orgánica y de la humedad del suelo, como
así también del tipo de fertilizante y de la dosis, siendo mayores los daños en suelos arenosos y con bajo
contenido de humedad. A modo de ejemplo, una pérdida del 20 % del stand de plántulas se puede producir
con dosis desde 20 y hasta 80 kg ha-1 de superfosfato simple según el tipo de suelo y el contenido de
humedad (Ciampitti et al., 2006). Para minimizar dichos efectos se debería colocar el fertilizante a unos 4-5
cm de la línea de siembra.
Por otra parte, debido a la alta residualidad del P en los suelos de la Región
Pampeana, en el doble cultivo trigo-soja la aplicación de P para la soja de segunda suele realizarse con la
fertilización fosfatada del trigo u otro cultivo de invierno. En general, la dosis de P se define en función de la
respuesta y de los requerimientos de ambos cultivos.
Azufre, ¿Más que un plus en soja?
La deficiencia de S se ha generalizado en numerosos sistemas de soja. En sitios con deficiencia de S, son
esperables respuestas del orden de 12 a 19 kg de grano por kg S aplicado siendo la relación insumo:producto
histórica de 6,2 kg de soja para pagar 1 kg de S. El diagnóstico se basa en identificar los lotes deficientes a
partir de las siguientes observaciones:
» Caracterización del ambiente.
Suelos con bajo contenido de materia orgánica, suelos arenosos.
Sistemas de cultivo más intensivos, disminución del contenido de materia orgánica.
» Análisis de S-sulfato: Nivel crítico menor de 10 ppm (0-20cm).
» Presencia de napa o uso de riego: Frecuentemente las napas y las aguas de riego pueden contener
altos niveles de sulfato. Algo similar se observa en suelos con tosca por acumulación de sulfato.
» Balances de S en el sistema: Buscar balances neutros o levemente positivos.
Para la región pampeana, trabajos realizados por INTA y CREA han determinado un umbral crítico a la
siembra del cultivo de 40 kg S ha-1 (0-60 cm) o 10 ppm (0-20cm) (Fig. 5), respectivamente. Asimismo, el
análisis de grano puede ser empleado para caracterizar el estatus azufrado que tuvo el cultivo con un nivel
crítico de 0.33%, y programar la fertilización para los cultivos subsiguientes en la rotación. Respecto al
momento de fertilización, en general, las aplicaciones de azufre se realizan a la siembra del cultivo de soja
de primera. En el doble cultivo trigo-soja de segunda, la aplicación de S, al igual que para P, se realiza en el
trigo considerando los requerimientos de ambos cultivos. Este planteo de fertilización es factible por el
efecto residual del S, en parte como consecuencia de su bajo índice de cosecha (30-60% según especie).
Figura 5. Rendimiento relativo (RR) de soja (NP:NPS) en función del nivel de S-SO4 -2 (0-20 cm) a la siembra.
n=74. Las líneas punteadas indican un nivel crítico de 10 mg kg-1 de S-SO4 -2 para obtener 95% del rendimiento relativo. Red de Nutrición Región CREA Sur de Santa Fe. CREA-Nutrien Ag Solutions. Campañas 2001/02 a
2019/20.
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